Tuesday 8 January 2008

El Arte de Rallar

"Rallar" es un término nuevo; no surgió por evolución desde el término latino "vexare" que usamos como traducción, pero su significado es el mismo que el que atribuimos a "vexare" en esta acepción en particular.

La palabra "vexare" sobrevive en varias lenguas modernas: vex (Inglés), vejar (Español), vexare (Italiano), vexer (Francés)... En todas estas lenguas su acepción principal es de "molestar" u otros significados con connotationes fuertemente negativas.

Sin embargo, existe toda una serie de acepciones menos utilizadas que en conjunto explican bastante bien el concepto de Rallar. Éstas son algunas de ellas:

- Someter a examinación prolongada, discusión o deliberación
- Inquietar, especialmente con irritaciones pequeñas
- Ser un misterio o algo incomprensible
- Cambiar la posición u ordenamiento de algo
- Enredar, retorcer, tejer

El concepto de "rallar" que maneja la Academia de las Artes Rallatrices está, además, íntimamente ligado al absurdismo.

Es, por consiguiente, una acción constante e intensiva de carácter fuertemente inclinado hacia lo absurdo, a menudo desconcertante por los numerosos giros, redefiniciones y alteraciones del orden estandar de ideas, cosas o incluso palabras.

Esta actividad rallatriz se lleva a cabo principalmente de forma oral, a través de la Tortulia.
Se apoya también en gestos, actitudes, y otras técnicas que contribuyen a crear el ambiente rallante deseado, pues uno no espera a encontrar la oportunidad para rallar – esto sería demasiado restrictivo. El buen rallador crea el contexto para poder desempeñar su actividad rallatriz.

La intensidad del rallamiento se mide en la Escala de Fuerza Rallatriz, que se mide en Murianas y toma valores entre el cero y el siete, siendo 7 Murianas el grado más intenso de fuerza rallatriz.


El origen de la escritura de "rallar" con "ll" está explicada en el artículo Etimología de rallar
La dinámica del rallamiento y la importante diferencia entre rallamiento transitivo e intransitivo están explicadas en el artículo Rallar – el Motor de la Historia

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